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jueves, 2 de septiembre de 2010

ENTRE NEGADORES Y NEGADOS

Jueves 02 de septiembre de 2010


Xavier Aparici Gisbert / Opinión

Existe un consenso científico generalizado en torno a que la temperatura media del planeta está aumentando en las últimas décadas de forma alarmante y que ello es debido, principalmente, a las ingentes emisiones de gases de efecto invernadero que provocan determinadas actividades económicas. De seguir con esta dinámica, los científicos consideran que este aumento térmico generalizado traerá peligrosas e irreparables consecuencias naturales y sociales que ya empiezan a manifestarse, el llamado Cambio Climático A pesar de la magnitud del problema y del rigor científico con que se estudia y analiza, la implementación de políticas de prevención está siendo tan limitada como controvertida, como se ha podido constatar en la última Cumbre de la ONU de Copenhague. Esta paradójica situación se debe, en gran medida, a que desde que los análisis y las conclusiones científicas sobre este extraordinario aumento global de las temperaturas obtuvieron relevancia pública, poderosos sectores económicos -en su mayoría vinculados al petróleo y al carbón- se han estado movilizando, animados por meras cuestiones de interés particular, para evitar que desde las administraciones públicas de los países más industrializados se lleguen a imponer medidas que compliquen sus negocios o comprometan sus cuentas de resultados.
 
Al Gore, uno de los exponentes más conocido del compromiso internacional ciudadano para evitar el Cambio Climático, ha puesto en evidencia (en su último libro “Nuestra Elección: Un plan para resolver la crisis climática”) algunas de las líneas estratégicas que estos conglomerados empresariales vienen aplicando en el ámbito político estadounidense. Una de las acciones principales ha sido una “campaña política masiva de engaño promovido por numerosas empresas emisoras de carbono”. Esta ofensiva empresarial ha sido llevada a tal extremo que “ la integridad de nuestra democracia ha sido envenenada por un nuevo tipo de sofisticada campaña, bien planificada y abundantemente financiada, orientada a confundir activamente al público respecto de lo que la ciencia realmente nos dice acerca de la naturaleza y gravedad de la crisis climática”. Las concreciones ideológicas de esta enorme maniobra publicitaria de confusión se pueden resumir en una secuencia temporal con cinco etapas de negación:
 
1 No existe el problema climático. Los consorcios multinacionales de las energías fósiles empezaron afirmando que el calentamiento global no era algo real, que no era más que una teoría equivocada. Desde el ámbito científico se refutaron ampliamente sus sesgados argumentos y sus falaces afirmaciones, lo cual, junto a varios años de aumentos inusitados de los niveles extremos de las temperaturas globales y de rápidos deshielos de los glaciares en todo el planeta, puso en entredicho las posiciones negacionistas.
 
2 El fenómeno climático existe, pero es una dinámica natural, no el resultado de actividades humanas. Este es el segundo argumento que propagaron. Según esto, los 90 millones de toneladas de contaminación de efecto invernadero que, de promedio, se emiten cada día a la atmósfera, no producían efectos en el clima…
 
3 Las actividades humanas contribuyen al aumento de las temperaturas, pero no es un asunto grave; probablemente es algo hasta beneficioso. Esta tercera tesis, tan equívoca como las anteriores, se puso en circulación conforme fue más ampliamente comprendido y aceptado que la contaminación antropogénica es la causante principal del calentamiento global.
 
4 El aumento térmico acelerado es problemático, pero los costes de resolverlo son mayores que los perjuicios que ocasiona. Así, intentar resolver la crisis climática traería más inconvenientes que la propia crisis. Aunque está contrastado que ese coste sería mínimo comparado con el de permitir que lleguen a producirse los deterioros, éste es uno de los argumentos preferidos de los contaminadores que no desean asumir los costes de reducir las emisiones.
 
5 El Cambio Climático es real, pero ya es tarde para solucionarlo. Esta última argumentación concluye que, aunque el problema es innegable, aunque el origen principal de la contaminación es humano y aunque es muy pernicioso ambiental y económicamente, ya no hay tiempo suficiente, ni medios apropiados para evitarlo. Por tanto, no vale la pena intentar detener las emisiones contaminantes. Hasta esta hipócrita y resignada conclusión apocalíptica, sirve a los fines buscados por los promotores de la campaña, pues todo vale para quienes nada más que sus riquezas importan.
 
El conjunto de estas argumentaciones negacionistas, desde luego, han sido completamente rebatidas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por lo que carecen de validez científica. Con todo, gracias a la potencia y la amplitud de su difusión y a la firme defensa de sus postulados hecha por múltiples representantes a sueldo de distintos ámbitos científicos y mediáticos, han terminado contribuyendo eficazmente al propósito de conseguir la inacción social y política ante el problema, permitiendo la impunidad legal de sus principales responsables. Pero, desde luego, para lograr ese efecto no todo ha sido confundir al público y a los responsables políticos con manipulaciones propagandísticas. El propio Gore da cuenta de otras dos estrategias:
 
“Las contribuciones a las campañas políticas provenientes de los intereses particulares siempre desempeñaron un papel importante en la política (…) y los intereses relacionados con el petróleo y el carbón han estado tradicionalmente entre los contribuyentes más importantes”. Este es un modo clásico para comprar voluntades entre los que tienen que promover los debates y tomar las decisiones de interés general en el ámbito específico de las decisiones políticas y de la legislación.
 
“Además, estas mismas empresas y sus aliados han inundado el Capitolio de Estados Unidos de cabilderos a sueldo (…). Según una investigación de la ONG Centro para la Integridad Pública, por cada miembro de la Cámara de Representantes y del Senado, hay actualmente más de cuatro de estos agentes de los grupos de presión trabajando en cuestiones del clima”. Sin comentarios…
 
Nada nuevo bajo el Sol: los poderes fácticos se dedican a emplear ingentes fondos en proveer de recursos electorales a determinadas fuerzas partidarias y candidaturas políticas para encumbrarlas social y mediáticamente y facilitar así su acceso a las instituciones del Estado. En contrapartida, logran la complicidad de quienes deberían defender el interés general. Todo ello, con el fin de, unos y otros, asegurarse mayores cuotas de beneficio y poder, a despecho de los valores democráticos y de los mandatos constitucionales.
 
Pero como la gente es de por sí curiosa y tiene hambre de saber, para mantener aseguradas esas componendas y privilegios, también es preciso repartir generosos contratos y prebendas entre los medios de comunicación en general y los periodísticos en particular, para que –tal como ocurrió en la campaña aludida- se difundan mediáticamente sólo las informaciones que procede, con los datos que interesan y desde los puntos de vista apropiados. Así es cómo se despista, se confunde y se manipula a la ciudadanía; de este modo, se logra moldear el consentimiento de los gobernados en los asuntos que son de interés para las élites de poder. Esta es una de las aristas de la problemática civilizatoria fundamental: ¿hasta cuándo los intereses generales, la conciencia solidaria y la prudencia medioambiental de las ciudadanías en los Estados y de la humanidad en conjunto, van a estar sojuzgadas al arbitrio de élites beligerantes y enfermas de enriquecimiento material, sin límite y sin tino? El ejemplo del Cambio Climático resulta paradigmático por ser extremo: ni el conocimiento más riguroso y respetado por nuestras culturas tecnológicas, el científico experimental, está a salvo del descrédito y la persecución cuando pone en cuestión el status de los más poderosos o sus prácticas.
 
Hasta ayer mismo, las clases dominantes han controlado los canales de información social alienadoras -sostenidas por sus legiones de lacayos mediáticos- para evitar el acceso veraz del público a las cuestiones de importancia general. Y lo siguen haciendo: el ninguneo o la negación completa de las auténticas problemáticas; la omisión de responsabilidades, o la mera “naturalización” de los hechos en las injusticias padecidas; la relativización de los efectos indeseables ante las prácticas socioeconómicas hegemónicas; el desprestigio sistemático de las alternativas viables y la fatalidad y resignación hipócritas ante los descalabros mayores han sido y son los fármacos predilectos que nos administran los negacionistas de la realidad para que permanezcamos negados a su conocimiento y seguir lucrándose de nuestro desconcierto.
 
Hoy, las cosas están cambiando sustancialmente. Al menos en los países ricos, el acceso a los contenidos y recursos de Internet nos está permitiendo a la ciudadanía de a pié de estas sociedades, informarnos, contrastar informaciones, compartir datos, debatir problemas, aportar criterios y buscar acuerdos sin depender del guión que impone el sistema y sin sufrir sus cortapisas. Ahora, ya no nos pueden negar ni los conocimientos contrastados, ni las comunicaciones fluidas, ni las acciones alternativas. Y con esas nuevas capacidades y conciencias, la responsabilidad política también es nuestra. Por todo ello, ahora ya no hay escusas para seguir siendo -con perdón- unos negados.
 
Xavier Aparici Gisbert es Filósofo y Secretario de la Asociación Redes Ciudadanas de Solidaridad.
 
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